lunes, 20 de mayo de 2024

 Leer la leyenda y contestar las preguntas

La leyenda de Quetzalcóatl y el conejo


  Según cuenta la leyenda, un día el dios Quetzalcóatl decidió visitar la
tierra. Convertido en un humano cualquiera, se infiltró entre su pueblo
para pasar desapercibido. El gran Quetzalcóatl quería observar con sus
propios ojos el mundo que con tanto amor había ayudado a crear. A su
descenso se encontró con un pueblo feliz y próspero que veneraba a sus
deidades con el más fiel corazón.
Luego de visitar distintas comunidades, el dios quedó maravillado por
la indómita naturaleza y por esto se adentró a caminar por los paisajes
terrestres. Atravesó campos repletos de pasto verde y hierba con
aromas indescriptibles. Escaló las montañas para admirar el paisaje
desde las alturas en su forma humana y también nadó al lado de las
criaturas más poderosas del océano.
La emoción de visitar cada rincón de la naturaleza y admirar el poderío
de sus criaturas hizo que la deidad se olvidara de sus necesidades
humanas y de pronto se sintió famélico. Con la noche cayendo sobre el
valle que rodeaba la Gran Tenochtitlán, Quetzalcóatl decidió sentarse a
admirar el panorama cuando de pronto a su lado se sentó un conejo
gris que había salido de su madriguera para cenar.
El pequeño conejo movía sus bigotes de lado a lado y en sus grandes
ojos el dios pudo ver el reflejo de la noche estrellada y la luna plateada
de fondo. De pronto Quetzalcóatl rompió el silencio y le preguntó:
—¿Qué estás comiendo?
—Un poco de zacate, también hay para ti, si quieres.
—Gracias, pero no como zacate –le respondió el dios convertido en
humano.
El estómago de Quetzalcóatl resonaba como los truenos de las
tempestades y entonces el conejo dijo: 

—Entonces, ¿qué vas a hacer? Aquí tengo una zanahoria que podemos
compartir.
—Te agradezco, pero no podría privarte de tu alimento. Creo que tal vez
muera de cansancio, de hambre y sed.
La deidad estaba consciente de que su cuerpo humano podría
perecer de inanición, sin embargo, su espíritu permanecería y
regresaría a su verdadera forma: la de la serpiente emplumada. Pero
entonces, el conejo interrumpió sus pensamientos y dijo:
—Mira, yo solo soy un pequeño conejo y tú eres un joven viajero;
cómeme, recupera tus fuerzas y continúa tu historia.
Su valentía tocó el corazón de Quetzalcóatl que decidió mostrarle la
inmensidad de los cielos; lo tomó en sus brazos y juntos pasearon por
las estrellas que el conejo observaba con tanto amor. Pero cuando
visitaron la Luna, el dios acercó tanto al conejo que la figura de este
quedó estampada para siempre en su superficie. Cuando regresaron a
la tierra y la criatura observó su figura plasmada en la Luna que tanto
amaba, se conmovió enormemente. Quetzalcóatl se percató de esto y le
dijo:
—Puede que solo seas un pequeño conejo, pero ahora todos te
recordarán para siempre por tu bondad.
Así fue como el pequeño conejo marcó la Luna con su valentía y ahora
podemos observarlo todas las noches, siempre que la Luna decida
resplandecer en la noche estrellada.

  

Contesta la siguientes preguntas 
1.- ¿Será que todo aquel que la escuche o lea sea capaz de
reflexionar desde una perspectiva ética?

2.- ¿Qué tanto creen que las leyendas o mitos reflejan en mayor o menor medida la conciencia
colectiva?   

3.- ¿Qué es un mito?

4. ¿Identificas algún mito, leyenda o relato fantástico cerca de tu
localidad?

5. ¿Consideras que tienen utilidad los relatos fantásticos o míticos en
nuestra época?

6. ¿Crees que el alma es un mito? Siguiendo esta idea, ¿el alma es lo
que mueve a los seres vivos?

7. ¿Lo animado o vivo tiene siempre conciencia? 

8. La conciencia de sí mismo, ¿es exclusiva de lo humano? 

 9. ¿Todo lo que existe está allí únicamente para nuestro uso y disfrute?

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