Actividad 1. Investiga una reseña o sinopsis sobre la película Wall-E, también observa el corto “Los tres robots” de la serie Love death & robots. Anota tus opiniones, reflexiones o comentarios.
Actividad 2. Contesta las preguntas:
1. ¿Para qué crees que se inventó el dinero?
2. ¿Qué pasaría si desapareciera de pronto todo el dinero del mundo?
3. ¿Crees que el propósito de una comunidad es el desarrollo económico y la productividad?
4. ¿El desarrollo tecnológico y económico justifica la destrucción de un ecosistema?
5. ¿La riqueza económica justifica la ejecución del poder de unas personas sobre otras?
6. ¿Consideras que la automatización de las fábricas y empresas puede dejar sin trabajo a la gente?
7. ¿Crees que es correcto que los celulares y otros dispositivos similares se vuelvan obsoletos tan rápidamente?
8. Si tus padres trabajan en una fábrica o empresa ¿crees que es justo o injusto que lo que ellos producen le pertenezca a alguien más?
Actividad 3. Da lectura la texto y elabora una síntesis.
A lo largo de este curso hemos visto algunas cuestiones que giran en torno
a la experiencia humana y cómo esta no es estática, sino que cambia y se
construye de acuerdo con su contexto. En particular, la humanidad en la
actualidad está marcada por el uso y desarrollo de las tecnologías. En nuestro día a día interactuamos con todo tipo de artefactos,
computadoras, máquinas automatizadas, etc. Al día de hoy, son pocas las
personas que salen de casa sin su smartphone, que no cuentan con una
computadora o electrodoméstico inteligente en su hogar o que no usan
redes sociales.
Las labores domésticas, las actividades recreativas y, sobre todo, la
comunicación dependen casi en su totalidad del desarrollo tecnológico; y
en muchos sentidos, este apego a la tecnología es un sinónimo de
progreso, de evolución del quehacer humano.
Pero también puede representar riesgos o peligros para nuestra vida, por
lo que en esta progresión analizaremos algunas de las ventajas y
desventajas del desarrollo tecnocientífico, así como sus causas e
implicaciones a corto, mediano y largo plazo, a partir de las ideas de
filósofos como Javier Echeverría, Boaventura de Sousa y Karl Marx.
Uno de los conceptos que analizaremos es el de “tecnociencia”, y en qué
se distingue de la ciencia ‒“a secas”‒ y de la tecnología. También
abordaremos, a raíz de lo anterior, el concepto de “dinero” y cómo se
relaciona, de manera negativa o positiva con la idea de desarrollo. Para
relacionar tecnociencia y dinero encontraremos ayuda en ejemplos de la
vida cotidiana como el uso de redes sociales, de herramientas de investigación académica y de programas de entretenimiento, tales como
Tiktok, Instagram, Reddit, Twitch, Only Fans, ChatGPT, entre otros.
Javier Echeverría, en su escrito La revolución tecnocientífica (2003), nos
habla de la transformación que ha sufrido la práctica científica después
de la Segunda Guerra Mundial. Antes de la década de 1930, la ciencia, dice
Echeverría, era autónoma y se mantenía en una especie de torre de marfil
aislada del mundo. Los científicos eran los únicos involucrados en el
quehacer científico propiamente dicho. Si bien, después de la revolución
industrial europea entre los siglos xviii y xix, el desarrollo técnico y
tecnológico tuvo avances significativos respecto de las teorías científicas
de la época, no es hasta 1945 ‒en adelante‒ que la ciencia y la tecnología
se unen, creando así un nuevo modo de llevar a la práctica el
conocimiento científico.
Echeverria aclara que no dejó de existir la ciencia por sí misma. Los
físicos teóricos, los matemáticos, químicos, etc., siguen teniendo su
independencia; y esto es a lo que llama Echeverria pequeña ciencia. No
obstante, la tecnociencia, o llamada en un primer momento “Gran
ciencia", lleva las teorías a la sociedad en forma de productos que
facilitan nuestra vida, la mejoran, la construyen y la transforman.
Uno de los principales ejemplos y orígenes de la tecnociencia es el
famoso Proyecto Manhattan en EE. UU. Este megaproyecto, causante de
la creación de las bombas atómicas de las que ya hablamos en la
progresión anterior, involucró a cientos de trabajadores, entre ellos
científicos, constructores, ingenieros, políticos, abogados y, sobre todo,
militares. El Proyecto Manhattan tenía como objetivo concentrar todo el
poder económico, científico y militar en la creación de armas que
pudieran dar ventaja a los Estados Unidos sobre los países enemigos ‒
Alemania, Japón y la URSS‒. La eficiencia de este proyecto dio al
gobierno norteamericano las herramientas, no solo epistemológicas y
teóricas, sino prácticas para poder desarrollarse tecnológicamente a un
nivel sin precedentes.
Actividad 4.- Elabora un cuestionario de 6 preguntas a partir del siguiente texto.
Así pues, la tecnociencia surgió para dar un giro al modo en que la ciencia
produce tecnología. Incluso, se vuelven tan dependientes una de la otra
que es obligatorio buscar un término que las comprenda a ambas, de ahí
que se opte por usar “tecnociencia”. En los años siguientes a la Segunda
Guerra Mundial, y con la llegada de la Guerra Fría, la tecnociencia se
instaura sólidamente en EE. UU., y poco a poco en otras partes del mundo.
Sin embargo, y aunque suene asombroso lo que llegó a hacerse gracias a
la tecnociencia, las consecuencias y problemáticas de esta son lo que llevó
a Echeverría a cuestionarse sobre los valores éticos que la conforman.
Si regresamos al curso del semestre pasado, recordarás también que
hablamos sobre el sociólogo Boaventura de Sousa Santos y de
las Epistemologías del Sur (2011). Para de Sousa, las comunidades o
sociedades hegemónicas ‒superiores de acuerdo a sus propios
estándares‒, como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, España,
etc., han impuesto su forma de pensar y de ver el mundo a la gran
mayoría de los países que no se encuentran “al Norte”. Es curioso que, en
un mapa, donde podemos ubicar el mundo en su totalidad, tengamos
siempre a Europa en el centro y a Norteamérica arriba. ¿Alguna vez te has
preguntado por qué el Norte es arriba?
En la siguiente imagen vemos el mapa del mundo con el que todos
estamos familiarizados. Se puede observar que Europa aparece en el
centro, EE. UU. y Canadá arriba, y los países que, curiosamente son más pobres y menos desarrollados se encuentran abajo. Como es el caso del
continente África y toda Latinoamérica.
De Sousa Santos, al igual que el filósofo Enrique Dussel (1977), reclama
que, curiosamente, estos países del norte y centro son aquellos que han
impuesto su forma de hacer ciencia, su forma de conocer y de practicar
cualquier clase de saber. Como vimos con Echeverría, es a partir del poder
militar y económico estadounidense que se crea la tecnociencia, y solo en
el desarrollo tecnocientífico es que puede decirse que un país está
desarrollado. Pero esta imposición del conocimiento hegemónico no nace
con el Proyecto Manhattan, como la Gran ciencia, sino que tiene su origen
posiblemente desde la antigua Grecia o desde el Imperio romano y todas
sus etapas. Incluso el pensamiento filosófico, lo que llamamos arte, lo que
llamamos en general civilización, viene de Europa que se adueñó del
mundo hace siglos, y que aún ahora limita y condena los conocimientos
que no parten de sus principios.
De ahí que se considere relevante, al menos para Dussel (Ibid.),
preguntarse si cambiando de perspectiva el mundo, podemos cambiar la
forma en la que lo comprendemos. Un ejercicio tan simple como cambiar
el mapa de posición puede llevarnos a considerar si lo que sabemos, o lo
que creemos que sabemos, es realmente parte del mundo real, o si, por el contrario, es una invención de aquellos que por siglos nos han obligado a
conocer y a hacer bajo sus reglas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario